La experiencia de la muerte es casi igual a la del nacimiento. Es un nacimiento a otra existencia.
Morir significa simplemente mudarse a una casa más bella. La muerte no es más que un pasaje a hacia otra forma de vida.
Se abandonan las formas físicas terrenales porque ya no se necesitan.
Esta vida terrestre que vivimos en nuestro cuerpo físico sólo representa una pequeña parte de nuestra existencia global.
La muerte es el paso a un nuevo estado de conciencia en el que se continúa experimentando, viendo, oyendo, comprendiendo... y en el que se tiene la posibilidad de seguir creciendo.
Todo lo que se posee en esta vida sirve para un fin determinado. Nada en la vida se debe al azar.
El sufrimiento no es una maldición o un castigo... Dios no castiga ni condena.
Nadie muere solo. Cada ser viene acompañado de seres espirituales desde su nacimiento hasta su muerte. Estamos rodeados de seres que nos guían, nos aman y nos protegen.
A veces en momentos de gran dolor, sufrimiento y soledad, nuestra percepción aumenta y podemos reconocer su presencia.
Morir no es necesariamente un asunto triste. Se puede vivir cosas maravillosas y encontrar muchísima ternura.
La agonía no es como la percibimos...
Nadie que haya vivido una experiencia del umbral de la muerte, ha tenido a continuación miedo a morir.
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